Cooperativa Popular de Electricidad, Obras y Servicios Públicos de Santa Rosa Ltda. es una entidad sin fines de lucro, solidaria, y democrática. Anualmente los socios eligen por voto secreto, en asambleas primarias por distrito en Santa Rosa, Ataliva Roca, Toay, Anguil, Uriburu, Lonquimay, Catriló y Mauricio Mayer, la integración del Cuerpo de Delegados y del Consejo de Administración.
La CPE gestiona los servicios de distribución domiciliaria de energía eléctrica y alumbrado público en todas las ciudades interconectadas, electrificación rural en sus zonas de incumbencia, y telefonía básica, internet y televisión en Santa Rosa y Toay. También comercializa gas butano y propano y artículos del hogar. Ofrece además como alternativas los servicios de enfermería integral, sepelios, ortopedia, seguros, una biblioteca popular y el uso de salones múltiples. En los últimos años sumó una editorial propia y funcionan una fábrica de columnas de hormigón armado, y un área de obras civiles. Cuenta también con un archivo histórico que registra la historia de la Cooperativa.
Ser una organización sin fines de lucro, orientada al beneficio social, que represente una alternativa positiva frente a los grandes capitales privados.
- De carácter popular, donde el asociado es el "dueño"
- Íntimamente arraigada en la comunidad
- Comprometida con las necesidades de la gente y abierta a la realización de emprendimientos que las satisfagan
- Basada en la transparencia y honestidad de su gestión
- Proveedora de obras y servicios de calidad, en forma eficiente y a un precio justo
- Promotora de comportamientos solidarios
- Con recursos humanos capacitados, comprometidos y motivados
- Financieramente sólida para asegurar la marcha de sus operaciones
Contribuir al desarrollo social y a la mejora de la calidad de vida de la gente:
- Garantizando que todos los sectores de la comunidad, con independencia de su condición socio-económica, tengan acceso a las obras y servicios esenciales que la Cooperativa esté en condiciones de prestar.
- Impulsando el desarrollo de su personal
- Promoviendo la generación de empleo
- Apoyando emprendimientos solidarios compatibles con su fin último
- Fomentando el cooperativismo
La CPE está enmarcada en la Ley Nacional 20337 de Cooperativas, y los Estatutos aprobados por el Estado Nacional que incluyen 9 capítulos donde se
establecen la constitución y objeto, los derechos y obligaciones de los asociados, las referencias al capital social, contabilidad y ejercicio social,
el régimen de asambleas, administración y representación, la fiscalización correspondiente, disolución y liquidación, y disposiciones transitorias.
Como todos los años ponemos en manos de la comunidad la Memoria y Balance, una herramienta fundamental para evaluar la gestión y
el desempeño del conjunto de la organización. Los Delegados, que representan a los asociados, encontrarán en estas páginas detallada información sobre
la evolución patrimonial y los resultados de los diversos sectores de producción o servicios. Podrán constatar que la CPE mantiene su expansión y consolida
su significación social, cultural y económica en la Provincia. La CPE no persigue el lucro como finalidad, por ello debemos preservar que los sectores cubran
sus costos y obtengan una razonable utilidad para expandir los servicios según las necesidades de sus asociados.
Una historia de heroismo
A fines de la década del veinte la Argentina se introduce en uno de los períodos más oscuros de su vida. El golpe militar de 1930 que lleva al poder al general Félix Uriburu interrumpe el proceso democrático e inaugura lo que luego sería una constante en la historia del país: la interrupción de los procesos democráticos y la instauración de modelos autoritarios y dependientes. Esta época, signada por la corrupción y el fraude como secuelas del autoritarismo, fue señalada como "la década infame".
Se hace precisa esta introducción para explicar en qué marco histórico se produce la constitución de la Cooperativa Popular de Electricidad.
La Pampa es en esos años un inmenso territorio de casi ciento cincuenta mil kilómetros cuadrados apenas poblado. Un período de persistente sequía, sumado a fuertes vientos, produjo uno de los éxodos más notables, circunstancia que constituyó un castigo adicional al pionerismo que depositaba en estas tierras sus mejores esperanzas.
Esta situación se reflejaba en la capital, una aldea de apenas una docena de miles de vecinos, azotada por la afrenta del clima pero fundamentalmente por su condición territoriana, ya que no se registraba un reconocimiento institucional de su existencia y sus gobiernos eran ejercidos por delegados del poder central, burócratas a quienes este territorio distante a más de seiscientos kilómetros de la gran urbe constituía poco menos que el fin del mundo.
Cuadro de situación
El suministro de la energía eléctrica estaba en manos de una empresa de capitales estadounidenses, la Compañía Sudamericana, con un directorio en Buenos Aires y un gerente local, Alan Campbell Towers. La Sudam ejercía en consecuencia el monopolio de la distribución y consecuentemente imponía a los usuarios una tarifa abusiva equivalente a diez veces su valor real.
Esta situación se prolongaba en el tiempo con notable impunidad gracias a las aceitadas relaciones que la compañía, a través de su representante, mantenía con las autoridades del territorio. A éstas, evidentemente, no les importaba en demasía que el costo de la energía conspirara contra el desarrollo de actividades productivas.
La constitución
Pese a todas estas contingencias en contra la indignación pública no tardó en cobrar vida. Es así que en 1929 comienzan a reunirse media docenas de vecinos con el objetivo de examinar la situación y procurar colectivamente una solución acorde a la emergencia y la de angustia dominante.
Esas reuniones se fueron engrosando hasta que germinó un movimiento social de singular importancia por su número y definición.
El 6 de julio de 1930 los vecinos deciden crear una cooperativa y establecen como bandera central del emprendimiento a la solidaridad. No era poca cosa: si en la actualidad resulta difícil imaginar y promover un modelo basado en este lema cómo habrá sido a comienzos de siglo y en medio de una situación histórica tan adversa como la descripta al principio.
Lo cierto es que el movimiento vecinal se fortalece y el 31 de marzo de 1931 se ponen a consideración de una gran asamblea pública los estatutos fundacionales de la flamante entidad que entre sus objetivos centrales figura el promover acciones que tiendan al bien común.
Los cooperativistas, ante la mirada socarrona de la Sudam y la indiferencia de las autoridades gubernamentales, comienzan sus gestiones para poner en marcha una cooperativa de electricidad que supla a la existente. Trabajan con una fecha en mente: octubre de 1935. En ese momento debe renovarse el contrato de concesión que detenta la Sudam.
Es de destacar que los pioneros son el reflejo de una comunidad progresista y de convicciones democráticas y sociales de gran arraigo, al punto que el movimiento cooperativo coincide con otro de tipo político social que culmina con la asunción al frente de la comuna local de vecinos impregnados del ideario socialista.
En este contexto la flamante Cooperativa Popular de Electricidad se presenta a la convocatoria de renovación de la concesión con una oferta y un presupuesto significativamente inferior a la ofertada por Sudam. Con estos elementos la comuna otorga la distribución a la nueva entidad vecinal, lo que genera la pronta reacción del monopolio y de las autoridades de gobierno que tratan de resistir la decisión municipal.
No obstante, como aún falta mucho, la situación se distiende y los enemigos de la cooperativa se consuelan y confían en el pensamiento de que les será imposible montar una unidad de generación capaz de abastecer a la población.
No se equivocaban. El mercado de motores generadores no era para nada altruista y hasta hubo quienes presentaron listas de precios que ilusionaron a los cooperativistas hasta que se dieron cuenta que no eran más que maniobras distractivas y dilatorias pergeñadas con el objeto de impedirles la concreción de su meta.
Tesón e ingenio
De manera que se llega a setiembre de 1935 y los pioneros comprueban con desazón que todas las promesas de abastecimiento han sido ficticias y no cuentan con los motores que puedan garantizar un buen servicio.
Desesperados, recurren al ingenio popular que no tarda en rendir frutos. Alguien sugiere emplear los motores de los tractores de las viejas trilladoras que se habían utilizado hasta fines de siglo en las campañas cerealeras y que ya habían sido dados de baja por obsoletos o por la crisis de la actividad agrícola.
Así las cosas los cooperativistas recorren la campaña hasta que localizan dos tractores en relativamente buenas condiciones.
Con ellos en su poder acuden a un viejo mecánico de apellido Savioli para que los ponga a punto y en condiciones de operar.
Contraofensiva
Cuando llega la última semana de setiembre tanto a la Sudam como al gobierno del territorio les asalta, la preocupación por cuanto ellos apostaban al fracaso de la CPE y, consiguientemente, la continuidad de la Sudam al frente del suministro.
De manera que se inician una serie de coacciones y amenazas sobre la cooperativa y el vecindario al punto que se genera un clima de gran conmoción social.
La Sudam anuncia que no entregará las redes eléctricas, que han pagado los vecinos, y al mismo tiempo el gobierno decide un virtual estado de sitio para impedir que los pobladores puedan converger en una concentración popular convocada para respaldar la sesión de la comuna que habrá de considerar la nueva situación.
La gesta
Mientras los trabajadores de la que con el tiempo habría de conocerse nacionalmente como "la usina de las trilladoras" apuraban las tareas para suministrar el fluido a la medianoche, los vecinos se agolpaban frente a la municipalidad para seguir de cerca las alternativas del debate. Nadie se dejó intimidar por los uniformados que se apostaban en los sitios estratégicos del poblado.
Al cabo de algunas horas la tensión iba en ascenso y se incrementó aún más cuando los representantes del pueblo ratificaron la legitimidad de la flamante cooperativa y la propiedad de los tendidos eléctricos.
La expectativa llegó a su punto más alto cuando la Sudam, especulando con la imposibilidad de la CPE de hacerse cargo de la responsabilidad interrumpió el suministro.
Las crónicas de la época comentan que un gran silencio imperó desde este momento hasta que los operarios realizaron las correspondientes conexiones y procedieron a alimentar ininterrumpidamente las calderas de las trajinadas máquinas.. Luego, hubo algunas chispas, las luces titilaron, se apagaron y volvieron a encenderse hasta que, finalmente, la luz se estabilizó ante unindescriptile júbilo.
Hubo, en lo que quedó de esa noche algunas breves interrupciones motivadas por sabotajes en las líneas pero cuadrillas de vecinos recorrían todo el perímetro de Santa Rosa para evitar estas maniobras.
La "usina de las trilladoras" había triunfado y eso marcó un hito, un momento de alegría ciudadana que se trasladó a las generaciones venideras a modo de conclusión didáctica. Las luchas que emprende el pueblo de la mano de la unidad y la solidaridad hacen la luz.
Aquella pequeña usina se hizo grande y hoy provee el cincuenta por ciento de la demanda de todo el territorio, interonectando a varias localidades de distintos puntos de la provincia.
Con la mirada fija en aquel ejemplo pionero los cooperativistas de las nuevas décadas afirmaron el servicio y extendieron la acción solidaria hacia otras prestaciones destinadas a mejorar la calidad de vida de los habitantes y procurar su felicidad.
No ha sido fácil. La Sudam desapareció de escena pero apareció bajo otras formas cada vez que el movimiento cooperativo quiso impusar iniciativas al amparo de la justicia social desbaratando la voracidad del lucro y la avaricia.
Afortunadamente la CPE vence al tiempo y este más de medio siglo de presencia en la realidad del centro del país constituye un dato insoslayable. Tanto más cuando la cooperativa impulsó nuevas organizaciones hermanas y promovió su federalización a la par que se asoció a todos los movimiento sociales liderados por los principios de la igualdad, la unidad y la fraternidad.
Incorporada al uso cotidiano queda una expresión de aquella gesta. Es una especie da mandato, una herencia que nos han legado y a la que no estamos dispuestos a renunciar. Alude a las bajas de tensión que se producían cuando faltaba fuego en la caldera de aquellos motores y se emplea cada vez que una acción requiere de empuje, coraje y calor popular:
¡Leña Savioli!